sábado, 10 de octubre de 2015

Aquellos años ’70

5 poetas



      Fueron los años de la irrupción de los jóvenes poetas, que venían a decir presente en el marco de un tiempo controversial y pleno de interrogantes. Un tiempo de fervor y sueños, de protagonismo, de búsquedas y creatividad, también de violencia política y de tensiones mayores, que parecían irresolubles.
      En la Casa de Cultura de Ramos Mejía, durante el otoño de 1971, se organizaron dos ciclos poéticos destinados a los jóvenes, que se llamaron “Del monólogo al diálogo”, donde participaron los nóveles bardos Lucina Alvarez, de Villa Insuperable, Eduardo Dalter, de Villa Luzuriaga, y Elina Locatelli, de Capital, entre otros.
    Por otra parte, unos años después, en Lomas del Mirador, precisamente en 1975, dos jóvenes entusiastas, Omar Cao y Hugo Salerno, fundaban las ediciones y el grupo poético “La Luna que se Cortó con la Botella”, que habría de sumar varias ediciones, numerosos encuentros en una biblioteca de Mataderos e importante continuidad.
    Algunos años antes, si recordamos, el joven poeta Norberto Corti, de prolongada residencia en San Justo, fundaba en Ciudadela la revista poética “Las espuelas del Ángel”, con buena convocatoria, en un horizonte juvenil nacional de movilización cultural, también política, que habría de dejar en el tiempo huellas insoslayables.
      El arribo de la dictadura militar en marzo de 1976, con su furor represivo y sus cárceles clandestinas, en fin, con la militarización de la vida y el tendido de un grueso cerco a las ideas, habrían de tronchar o bien asfixiar a los proyectos culturales de esos años, que gestaron, no obstante, un germen y una marca indeleble en el tiempo.




Norberto Corti


ETERNIDAD

Cuando todo es lejano
como un sol de otra parte
y los días se achican
como algo irremediable,
en la vida de uno
son las dos de la tarde.

 

De Prontuario de la sangre, inédito.
De la antología Poesía de La Matanza, 1970 – 2015. Norberto Corti nació en
La 
Paternal en 1943. Reside en San Justo desde hace muchos años.



Jorge Luis López Aguilar


EL HOMBRE DEL BAR MIRA HACIA ATRÁS
evocando el calor de soles altos y lejanos.

La dulce trampa de la melancolía
lo retiene en otra tarde
(cuando cinco dedos temblorosos fueron
                                         cinco caminos).

El hombre del bar tiene los ojos agrietados
y la boca sin rastro de nombres y sonrisas.
(Toda caricia prófuga. Toda ilusión oculta).



De El hombre del bar (1979).
Jorge Luis López Aguilar nació en Buenos Aires 1950. Reside en Ramos Mejía.
El sueño de los cantores (1989) y Cantor secreto (2006) son otros de sus libros.



Omar Cao
  
LA FULERÍA

Tajos brutales
en los campos
cruces de barro
sostienen nuestro color
paredes rojas
y sobre
chapas de segunda clavada
será por eso que tenemos
sentimientos vulgares
paraísos
falsos cafés
y una resignación
ladina ante la muerte.



De
El linyera, poemario editado en 2011.
También en la antología Poesía de La Matanza, 1970-2015. Omar Cao nació en
Buenos Aires en 1948 y fue cofundador del grupo “La luna que se cortó con la
botella” en 1975.





Lucina Alvarez

PIEZA EN BARRACAS

César Vallejo ha muerto.
Y Modigliani ha muerto.
Y Mario y el Che y don Emilio
Lumumba y su risa nueva
Gerard Phillipe y su mirada azul.

Sobre cuatro jazmines de noviembre
y cuatro paredes tristes como el humo
se me siguen viviendo todavía.


De la antología de jóvenes poetas Los que siguen (1972).
Lucina Alvarez nació en León, España, en 1945. Vivió durante su niñez y su
juventud en Villa Insuperable. Fue docente en la Escuela de Estética Nº 1 de
Ramos Mejía, que ahora lleva su nombre. Fue desaparecida por la dictadura
militar en mayo de 1976.



Jesús Martínez

UN GUITARRERO SE CONFIESA     

                                                             A don Horacio Guarany,
                                                             entre vasos


      Yo di muchas ventajas en la vida; una por mi desmemoria
repentina, que me obligó a estar en lugares donde nunca hubiera
querido, o bien me empujó a atravesar situaciones engorrosas,
de las que no podré olvidarme.
      Y otra, para continuar, ese dolor de muelas intermitente al
que ningún odontólogo le pudo encontrar raíz ni explicación, pero
que me aturde de tarde en tarde como un grito que atraviesa mis
oídos hasta tomarme el pecho.
      Así fue difícil concentrarme, también para el estudio, inclusive
para los convites, ya que si no era una cosa era la otra, o las dos
juntas, que me arrastraban a algo parecido a un pantano, como
aquellos de Lomas del Millón, hace ya un tiempo.
      Sin embargo, aquí están mi viola y mis cuerdas importadas,
además de mi púa y mis cuadernos. Y mi humor, que, no obstante
mi asaltada vida, me lleva como una tercera pierna, la más confiable
y la más fuerte.



De Conversas (1980), editado en Paraná, Entre Ríos.
Jesús Martínez nació en Tablada en 1941 y falleció en Morón en 2002.
Fue también compositor y músico.
                                                                                 




domingo, 4 de octubre de 2015

A 60 años de la publicación de una obra insoslayable


Elías Carpena y su libro “El cuatrero Montenegro”






Este año se cumplen seis décadas de la aparición de una de las obras más destacadas del poeta y narrador Elías Carpena, la cual conforma junto con los Romances del pago de la Matanza (1958), también de su autoría, uno de los núcleos referenciales de la historia de las letras matanceras, a contar desde Almafuerte.

El hecho de ser sus motivos y sus páginas prácticamente desconocidos en el Partido, inclusive para los historiadores locales, al menos en estas décadas y con la excepción de la Universidad local, no hace mella en una obra básica para el historial cultural de La Matanza, y que, no dudamos, en algún momento habrá de ser dispuesta en su sitio.


El cuento El cuatrero Montenegro, que es pieza central del libro de igual nombre, deja en evidencia el conocimiento profundo que el poeta tenía del habla, de las costumbres y del paisaje humano orillero, también de los rigores de una vida entre paria, gris y desolada, y donde el inclemente poder conservador hacía estragos.


La pluma de Carpena, en su momento destacada por los críticos Cambours Ocampo y Ángel Mazzei, supo dibujar con maestría y agudeza en sus valiosas obras de base, que también son documentos,  los perfiles del hombre de los bordes y de los abismos sociales para dejar testimonio encendido de la vida ruda y al desnudo en el Partido.


La historia en cuestión tiene lugar en un duro y agitado itinerario, como leemos, en las postrimerías del bajo Flores, en Villa Lugano, en las orillas del Río Matanza, en las cercanías del Puente La Noria, en proximidades de la avenida Campana (por estos años Crovara) y, ya en forma de ánima o de alma del ya cercado cuatrero, en los bajos de Laferrere.


Otra vez Carpena atraviesa los horizontes querenciales para ir desgranando las instancias de su historia, que por lo que podemos suponer acontece en los albores (o algo después) del controversial siglo XX, cuando La Matanza, aún en el habla corriente llamada pago, era tierra de paisanos, de tropilleros, de chacras, de soledades y de baldíos.


                                                                                 Eduardo Dalter
                                              y Redacción de Poesía de La Matanza, blog

De El cuatrero Montenegro; Editorial Ciordia & Rodríguez, Buenos Aires, 1955.