domingo, 20 de septiembre de 2015

Edmundo Chacour - Un recuerdo de los poetas





En Ramos Mejía y en el Oeste del conurbano dejó un rastro imborrable, y, a partir de su exilio, en Murcia y en el sudeste de España, donde su talento como director teatral y como maestro supo recibir un prestigioso lugar de mérito. Había nacido en Ramos Mejía norte en 1933 en un humilde hogar de libaneses, y desde muy joven sintió una pasión de vida por las tablas. Integró distintas compañías mientras avanzaba en su formación hasta afirmar su órbita de trabajo en el Teatro del Pueblo, que dirigía el recordado Leónidas Barletta. Se lo solía encontrar de manera frecuente en rueda de estudiantes de teatro y de amigos en el bar Dos Avenidas, de la esquina de Avenida de Mayo y Rivadavia, hablando de sus pasiones: el teatro, el tango y el fútbol, e intercalando a menudo frases o versos de Discepolo, de Manzi o de Cadícamo. Se lo apodaba afectivamente “el Turco”, y en esos años del ’60 y del ’70 puso en escena en la Casa de Cultura de la calle Belgrano varias obras a sala llena, además de dejar su siembra mayor en la enseñanza de su arte. “Las siete muertes del general Quiroga”, de Pérez Pardella; “La zorra y las uvas”, de  Figueiredo, y la universal “Romeo y Julieta”, de Shakespeare, fueron algunas del las obras que supo subir a escena, en algunas de ellas destacándose también como actor. En 1998 tuvo edición en España su libro Arenas que la vida se llevó, integrado por una compilación de artículos. Sin dudas, un hijo pródigo de la Provincia; un maestro y un humanista que debió degustar las mieles amargas del exilio. Falleció en el verano ibérico del año 2000. En la localidad de Beniaján, Murcia, el Teatro Edmundo Chacour, una de sus creaciones mayores, continúa con su escuela y sus funciones.




* Edmundo Chacour acompañó cada semana el ciclo poético fundacional “Del monólogo al diálogo”, que tuvo lugar en el otoño de 1971 en la Casa de Cultura de Ramos Mejía, donde el director teatral daba clases y ensayaba sus obras.



lunes, 14 de septiembre de 2015

María Meleck

Una poeta surrealista en Ramos



                                                                                        Es difícil para mí vivisecar mi poesía. Observarla 
                                                                                        en sus detalles como un insecto bajo la lupa. Y
                                                                                        regodearme o enemistarme con ella. Confundir
                                                                                        pulsión azarosa con sabiduría o belleza. Ya que 

                                                                                        nada conozco de análisis literarios ortodoxos.
                                                                                                                                                        M. M. V.

De muy joven había venido a la ciudad de Buenos Aires, año de 1945, desde su pequeño pueblo del valle de San Javier, al sudeste de Villa Dolores, y en la ciudad se fue haciendo, verso a verso, una poeta de corte surrealista, pero de un surrealismo un tanto particular, sin teorías complejas ni preconcepto alguno. Ella gustaba repetir “la poesía debe hacerse sola”, y cambiaba de tema muy rápidamente, como trabajando a todo nervio sobre un asombroso collage de signo surreal. Yo la visité en tres oportunidades, tres tardes intensas y cálidas, en su departamento alto situado frente a la estación Ramos Mejía, en una de las cuales compartimos horas con la poeta Montserrat Bertrán, su afectuosa amiga. María Meleck era por demás entusiasta y amable, y gustaba tener las fotos de sus amistades en un panel, en su sala, a la vista de los poetas visitantes. Y algunas veces leía sus poemas, pero siempre hablaba de su querido y admirado poeta Madariaga. Una tarde me encontré con ella en casa de Montserrat, en Castelar, y charlamos y leímos poemas hasta que se hizo la noche. Esa tarde, entre otros motivos, ella habló algo apesadumbrada de la catástrofe humanitaria de Ruanda, y además sus versos decían de su sentir estremecido ante esa cruda realidad de desvarío. Después hablamos varias veces por teléfono, en la última de las cuales me dijo que su salud no mejoraba, que pensaba dejar su departamento de Ramos, e irse a vivir con su hija en Portezuelo, Uruguay. Con preocupación fui a visitarla, y departimos un momento un tanto breve en el comedor, donde conocí a Juana, su hija, que había arribado para asistirla; y su mirada, sus tonos, lo advertí de inmediato, ya eran otros. Algún tiempo después, hacia comienzos de noviembre de 2010, todos recibimos con tristeza y recuerdos la noticia. Tenía 89 años, persistentes ensueños, y no le agradaba decir su edad.

                                                                                                                  E. D.


                                                          o o o o o

Un poema recordado


LAS FORMAS DEL VACÍO

Casi no conocemos las formas del vacío
giran como la vida en hongo y calesita
Allí el puerto es de fuego La aventurada niña
El país tan remoto y el doliente fantasma
Casi no conocemos las trampas del vacío
Aires que desfallecen al laúd de los árboles
Sus humillantes filtros queman lenguas azules
Y desquician las trémulas mariposas de mayo
Lentas sobre el desierto nuestras máscaras caen
Y a una señal del ángel sin nombre estremecido
Bajamos este rostro hacia la dura tierra
y el inservible rostro respira por la lluvia
Dulce Orfila tu boca la miel de tu garganta
Naturalmente gimen con su verbo amoroso
En bocacalles lívidas y cuadrantes solares
Barriendo los espejos libres de la colina
Casi no conocemos las noches del vacío
La mujer peligrosa de ensombrecida prole
Con saliva imantada que el espacio destila
Un licor venenoso derramado entre flores
El vacío es de Dios y se aferra a su llama
Hace ver primaveras Camina entre abedules
Allí el puente es un limbo de oro negro y banderas
Un país remoto y un doliente fantasma


 De Infiernos solares (1988)



María Meleck Vivanco nació en Yacanto, Córdoba, en 1921. Desde muy joven vivió en los barrios de Flores y de Villa del Parque de la ciudad de Buenos Aires, y, ya mayor, durante un tiempo prolongado en Ramos Mejía, antes de partir a Portezuelo, Uruguay, que resultó su última morada. Fue autora de numerosos poemarios y el conjunto de su obra ha sido destacado en el país y en el continente por importantes poetas y críticos. En 2008 el Fondo Nacional de las Artes editó su Antología poética. Una biblioteca de Buenos Aires, en su homenaje, lleva su nombre.



sábado, 12 de septiembre de 2015

Acerca de la Feria del Libro de La Matanza


Sorprende, por lo menos sorprende, que en la Feria del Libro municipal la historia de la cultura del Partido y la historia de las letras del Partido hayan estado siempre ausentes, por lo menos hasta su versión VIII, que es la que está teniendo lugar por estos días. También brillaron por su ausencia las muestras de cultura, de literatura y de arte, en sus expresiones más diversas y significativas, que se han acuñado en la amplia extensión matancera y que han movilizado ciertamente a poetas, escritores y artistas, e inclusive a la prensa local y al sindicato de docentes.

Sorprendió, y mucho, ese hueco, que no puede ser cubierto por nada, aunque así se desee, ni con funcionarios capitalinos o de estado, ni con rimbombantes discursos, ni con invitaciones especiales a cantautores de moda, porque se está dejando por fuera a la propia historia cultural local en sus signos decisivos y en sus variados modos de expresión. Y ello no puede ciertamente ser obviado, o traspapelado, con los paisajes y firmezas de un supuesto universalismo cultural, que, a la postre, tampoco está presente.

Almafuerte, Martiniano Leguizamón, Elías Carpena y su referencial obra Romances del pago de La Matanza, baluartes e hitos de las letras y de la vida cultural del Partido, fueron siempre los grandes ausentes de estas difundidas ferias del libro, que flotaron o levitaron o permearon en ausencias. Cae entonces por su peso la pregunta: ¿qué queda para todo lo demás? Aunque ello apunte con fuerza a otra pregunta: ¿cuánto habrá que aguardar para que estas ferias resulten un signo de irradiación y de proyección cultural basal del Partido?

En el curso de la Feria anterior hubo algunas opiniones, inclusive algunos blogs, que advertían y a la vez manifestaban su desaprobación por tantas ausencias, y daban nombres, numerosos nombres de intelectuales, poetas y escritores; no de una omisión, de tres o de cuatro, sino de nombres conocidos de un corpus completo o de un río matancero de omisiones y ausencias, cuyas invisibilidades abaratan siempre, de más está decir, a todo el horizonte de la Feria y hasta a su razón de ser, no a la historia de la cultura y de las letras de La Matanza.

Para concluir: ¿en la VIII Feria, recién iniciada, acontecerá lo mismo de siempre?, ¿o habrá novedades substanciales, todavía no anunciadas? Celebraríamos de buena gana que fuera esto último, porque también en cultura y en letras, imposible será tapar el sol con un dedo.


                                                          
Poesía de La Matanza, blog/ Redacción

viernes, 4 de septiembre de 2015

Poesía de La Matanza: entre docentes y periodistas



                                                                                   al Suteba filial Matanza
                                                                                   y a la redacción de NCO

Entre las cosas y motivos que es propicio subrayar en el marco de los hechos culturales, artísticos y literarios del Partido están la atención y la sensibilidad de los docentes (en especial del Suteba San Justo) y de algunos de los más conocidos periódicos de la zona, los cuales fueron siguiendo las instancias a las que nos estamos refiriendo y a la vez difundiendo al respecto artículos tan informados como oportunos.

Sin dudas, es un hecho para destacar; y ello mientras los funcionarios e historiadores locales no alcanzaron nunca a vislumbrar el crecimiento cualitativo y la extensión de la producción cultural y artística zonal, como si se tratara de un cuerpo invisible, acaso, o sin mayor importancia, y no de un plano decisivo para la proyección raigal del Partido. Digamos, al pie de estos tiempos, que casi todo está por descubrirse.

Porque la producción cultural y artística en La Matanza ha venido tomando cuerpo y presencia, así como los cardos y el diente de león en los baldíos, sin atención alguna, y sin más calificación que la que otorga la irradiación del trabajo realizado. De cualquier forma, digamos como atenuante que la cultura y el arte, en especial la poesía, son una novedad sociocultural en el Partido.

Novedad, no obstante, que tiene algo más de cuatro décadas de estar creciendo, si contamos desde aquellos ciclos organizados por la Casa de Cultura de Ramos Mejía en el otoño de 1971, donde también participó la conocida poeta desaparecida, Lucina Álvarez, vecina de Villa Insuperable, mientras en los libros matanceros de historia nada se dijo. Aunque sí estamos seguros, más temprano que tarde, que se comenzará a decir.

Así, en los planos cultural y artístico, además de la apertura firme del gremio docente, la labor de los periódicos NCO, de San Justo, y El Nuevo Día, de Villa Luzuriaga, entre otros, viene resultando fundamental para informar a la población, y hasta a los propios funcionarios y estudiosos, del crecimiento y la proyección de las letras locales, que ya están mereciendo la atención de los círculos y ruedos bonaerenses y capitalinos.

Se está en crecimiento, y ante cuestiones a resolver y ordenar; y en estos tramos del sendero, se está a tiempo. Mientras, el quehacer del periodismo local
NCO, El Nuevo Día, Sic resulta relevante, inclusive para dejar registro impreso. Porque en toda sociedad que se precie, la cultura, el arte y la educación son fundamentales, como el pan, y porque el pan no lo es todo, ni es, se sabe, el fin de todo deseo. ¿O sí?


                                                             Poesía de La Matanza, blog/ Redacción




martes, 1 de septiembre de 2015

Daniel Battilana - Destellos




Autor de numerosos libros, cuya suma incluye también varios poemarios, como Nicutaldia (1995), Aguamenor (2001) y Vulnerario (2002), entre otros, Daniel Battilana (1962), durante muchos años vecino de Tablada, puede contarse entre las voces poéticas de significación de la provincia de Buenos Aires. Poco amante de frecuentar los círculos literarios de su Partido y de localidades vecinas, ha venido ofreciendo en el tiempo, no obstante, numerosas lecturas en cafés literarios y en centros culturales de la ciudad. Y ha edificado una obra de pulsión sanguínea enrumbada en la impronta de una existencialidad vívida y de una metafísica de sesgo sorprendente. Sus poemas breves, epigramas o dísticos, por lo general incluidos en su blog, y que datan del curso de esta década, lo evidencian en algunos de sus mejores momentos, donde el destello revelador es la constante que va jalonando el decir de una voz en su diversidad y plenitud. Daniel Battilana colabora a menudo en publicaciones bonaerenses y sus poemas fueron incluidos en la antología poética de La Matanza, Ediciones del Nuevo Cántaro, que se publicó hace unos meses.

                                                                                           E.D.



Cuando nos rozamos
             aparece la palabra.



                         *


En Babilonia el sol era la imprenta
y el barro su papel. 

                         *


No hay interior sin poesía. No hay poesía 
de lo exterior que no parezca lenguaje.


                         *


Baja discretamente abandonada
piel cansada de acercarse.



                         *


Todo es una fantasía moral
reducida a una pena escrita.



                         *


En sombras vamos
salvo en el aspecto.



                         *


Espejito mío!
Te he traído unas ricas manzanas…



                         *


De esto que no sé si da exacto
si da roto
si da cierto
en la arruga de Dios.



                          *


El cuerpo es el humano
que nos trae hasta acá.



                          *


No quiero conmoverte
sólo que mires lo no dicho.